martes, 8 de julio de 2008

ESPIRITU SANTO


Jesús nos ha dejado una promesa poderosa para todos nosotros:


“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros. “ (Juan 14:16-17).


El Espíritu Santo ya bajo del cielo en el Aposento Alto el día de Pentecostés mientras discípulos de Cristo se mantenían orando con fervor y pasión todos unánimes en un mismo sentir esperando aquello que les fue prometido por Cristo resucitado. Vean:


Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2:1-4)


En vista de esto debo declarar:


¡El Espíritu Santo ya está en este lugar, aquí entre nosotros!


Y debo agregar:


El Espíritu Santo jamás se ha ido.


Amados indudablemente también sabemos que él mora en nosotros, haciéndonos su morada, nuestros cuerpos se han transformado en su templo. Lamentablemente, la mayoría del tiempo los amados de Cristo viven como si el Espíritu estuviera en algún lugar en el cielo, no aquí entre nosotros o dentro de nosotros.


Dios envió su Espíritu para manifestarnos cuan interesado él esta en cada detalle de nuestras vidas. El Espíritu Santo fue enviado como nuestro amigo, nuestro consolador, nuestro guía y nuestro maestro. Esto es verdaderamente sorprendente.


Para los discípulos Jesús lo era todo, ahora para nosotros (discípulos de Cristo) el Espíritu Santo debe ser lo que Jesús fue a sus discípulos mientras aún andaba con ellos en la tierra.
Jesús dijo:


No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. (Juan 14:18).


El Señor nos esta diciendo “no los desampararé” y también él nos esta diciendo, en otras palabras, “Les envío el Espíritu Santo (que el mundo no conoce) quien los protegerá y guardará. No los dejare incapaces, frágiles a los engaños del Diablo. Alégrense, porque les estoy enviando “el consolador” y este tiene mayor poder que cualquier otro que opere en este mundo.
Iglesia no dejemos pasar por alto esta palabra de Jesús:


“Pero vosotros lo conocéis…” (Juan 14:16-17).


Jesús dice que no tan solo el Espíritu esta aquí, y vive en mí, él también dice que yo lo conozco. Esto es maravilloso, que tremenda declaración nos hace el Señor.


¿Cómo conozco yo al Espíritu?


Amados, es inconfundible lo conozco por los “cambios que él esta obrando en mí”. Es así, lo conocemos por su obra en nuestras propias vidas. Su obra es tan personal en cada uno de nosotros, tiene tanta autenticidad es tan real que diariamente en el proceso de transformación él ministra nuevas revelaciones de Cristo. Es el Espíritu Santo que nos hace tener una insaciable hambre y sed de justicia y verdad. Es él que nos mantiene llenos de esperanza y gozo y es él quien fortalece y nos mantiene firmes en la dura batalla que libramos como “hijos de Dios”.


Jesús declara:


“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador…” (Juan 14:16-17).


¿Cómo nos consuela?


Esto es importantísimo a la hora de poder diferenciar o distinguir cual es el consuelo de la “carne” y cual es el consuelo del Espíritu. Dado que todo cristiano “hoy siente” y al otro día “no siente nada” en cuanto al sentimiento del alma a veces se esta arriba de la cresta de la ola “llenos de gozo” y otras bajo las aguas profundas del océano más negro jamás conocido.


En los momentos en que el cristiano está sobre la cresta de la ola cree fehacientemente que el Espíritu Santo está otorgando su pedido, considera que está lleno de él y su poder, ahora cuando se esta tocando fondo en ese mismo mar se suele creer que el Espíritu Santo ha negado toda presencia y pedido y nos ha abandonado a nuestra suerte.


Atención debo decirte que el Espíritu Santo no manipula los sentimientos del alma quiero decir que él no consuela por medio del sentir humano o del mundo. Fíjense solo en esta otra declaración de Jesús:


La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)


La forma de consuelo del Espíritu Santo es bastantemente diferente a lo que humanamente imaginamos, no importa cual sea el problema, prueba o necesidad su ministerio de consuelo lo lleva a cabo al traer “verdad”


El Espíritu de verdad…” (Juan 14:16).


¿Qué cosa quiere decir esto?


OH amada iglesia, nuestro consuelo viene de “lo que sabemos” no de aquello que “sentimos” es aquí donde alguno naufragan en la fe. El ministerio consolador del Espíritu Santo comienza con una declaración fundamental con una verdad ineludible y es esta:


“Jesús te ama”


“y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” (Romanos 5:5)


Me dirás: ¿Acaso entonces no voy a sentir ningún toque del Espíritu Santo en lo que involucra mi alma es decir mis sentimientos?


No te confundas, y gloria a Dios si tienes experiencias con él, yo las he tenido por montones, también he estado en lo más alto de la cresta de la ola y su gozo fue en mi tan dulce, tan amable, tan fuera de este mundo que no hay palabras para poder describirlo y aún tengo tales experiencias pero, debo decirte que también he estado bajo el océano de la soledad, la persecución y el sentimiento del cielo cerrado a mis clamores.


También he estado en el valle de sombra y de muerte, donde todo te oprime. Es aquí donde las lágrimas no corren por el rostro por causa del gozo sino de profunda tristeza, dolor, desamparo, soledad, escasez.
Es en esos momentos en que uno dobla sus rodillas y ya no sabe como orar o mejor dicho no se encuentran las palabras y muchas veces solo hay silencio.


Mariel, mi esposa, hace 12 días que no ingiere alimento alguno, se encuentra internada en un hospital, el único líquido que se le suministra es suero por sus venas. Debo decir que no me revuelco del gozo inefable o maravilloso del Señor. Solo tengo lágrimas y una profunda paz que sobrepasa todo entendimiento. Con toda certeza se que Dios nos ama. Y esperamos en él.


Hay cargas que son insoportables causadas por verdaderos problemas del todo complejos o por desconfianza, temor, desesperación, angustias, tentaciones, desaliento, desánimo. Pero, sin importar la causa, el consuelo es necesario.


En un de repente, se oye una voz, haciendo repercusión a través de cada rincón profundo del corazón. Es la voz del Espíritu Santo, declarándole a esa alma:


¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:31-39)


Esta verdad, una vez creída, rápidamente se convierte en agua viva, llevándose cada falta, cada temor, toda inseguridad de ser amados por Dios.


Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26)


El Espíritu es el maestro en nuestro diario caminar con Cristo, y nosotros somos sus discípulos. Y él nos enseña que somos protegidos. Nosotros somos la familia de Dios, sus hijos e hijas.


“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6).


Es el Espíritu Santo es quien nos dice: “Recuerda lo que Jesús dijo: tu eres un hijo, una hija del Dios Omnipotente. Tú tienes un Padre en el cielo que te ama. Así que recuerda quien eres. Tu no estas solo. Mantén las palabras de Jesús en tu mente: Jesús te ama con amor eterno.
Satanás puede entrar como un aluvión sobre mí, llevándome bajo temor, culpa o desesperación. Pero yo puedo invocar esta oración inmediatamente:


“Espíritu Santo, minístrame ahora, enséñame, hazme recordar. Recuérdame las promesas de Jesús acerca de mi seguridad como hijo de Dios.”


“Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12).


“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios…” (Romanos 8:14).


De igual manera, el apóstol Pablo nos dice que como hijos e hijas de Dios, nos es dado el mismo Espíritu que estaba en Cristo.


“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús está en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que está en vosotros.” (Romanos 8:11).


¿Ves cuan importante es el ministerio del Espíritu Santo?


A veces te puedes sentir espiritualmente muerto. Puedes sentirte frío en tu corazón, sin vida, como si el fuego en ti es tan solo un pabilo que humea, una llama a punto de extinguirse. Pero la realidad es, hay una fuerza de vida que siempre esta obrando en ti. Veas o no veas, sientas o no sientas, oigas o no.


Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. (Eclesiastés 11:5)


Si confías en la Palabra de Dios, y confías en Cristo, entonces sin importar como te sientas, sin importar como puedas juzgarte a ti mismo o te sientas condenado, el Espíritu de Cristo en ti aun esta alentando vida a tu alma. Dios aun te esta amando, y el Espíritu esta aun obrando, aunque no lo parezca o sientas.


En esa soledad del alma, donde no hay recursos, donde no se encuentra la ayuda de aquellos en quienes hemos puesto alguna esperanza, en ese Getsemaní donde también estuvo nuestro Salvador, el Espíritu te recuerda:


“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.” (1 Corintios 10:13).


Y en un de repente de Dios, estás otra ves en la cima de la montaña, tocando el cielo de Dios con tus mismas manos, caminando en el poder del Espíritu Santo.


¿Cómo se logra caminar en el Espíritu Santo?


Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios,…” (Efesios 4:30).


Si descuidamos la oración estamos contristando al Espíritu, sí es una de las formas de contristar al Espíritu Santo que vive en ti. Una de tus mayores preocupaciones tiene que ser la oración y como mantenerla día tras día.


El Espíritu comparte el dolor de Dios por la incredulidad y falta de oración de su pueblo. Es durante la oración que el Espíritu Santo manifiesta la presencia de Cristo en nosotros. Es durante la oración que el Espíritu sella las promesas de Dios en nuestros corazones. Es durante la oración que el Consolador pronuncia esperanza a nosotros. Es durante la oración que el Espíritu suelta ríos de consuelo, paz y descanso en nuestra almas.


¿Cómo dejar a aquel que ama tú alma?


Dejando de lado la oración la comunión con él.


A partir de ahora que tu oración sea esta:


Espíritu Santo te ruego que me mantengas en comunión con Jesús, no permitas que los afanes de la vida ahoguen mi tiempo a solas con Cristo, te pido que me llames a la oración cada día y en todo lugar, que pueda doblar mis rodillas y dedicar tiempo a ello, quiero conocerte más, llenarme de tu consuelo, deseo que me dirijas, me enseñes toda verdad. Deseo caminar contigo y deseo ser lleno de ti. Yo lo estoy haciendo justo ahora, Mariel en la cama de un hospital. Hazlo tú donde quiera que te encuentres.
Dios te bendiga. http://www.iglesiaelresplandor.com.ar/
Sergio Calero
Pastor