martes, 2 de diciembre de 2008

EL EVANGELIO DE LA CRUZ


Jesús le declaraba a Pedro: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame,…” (Mateo 16:24).


Pertenecer a la iglesia de Cristo significa más que simplemente creer en él. Muchos cristianos creen en él como el salvador de sus almas y no niegan su obra redentora pero a pesar de ello se alejan y se olvidan del Señorío de Cristo en sus vidas.


Con claridad debo decir que pertenecer a la iglesia de Jesucristo es el compromiso que debemos tener a seguirle; y eso conlleva una vida de negación propia y tomar una cruz.


“y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:38).


Si tu perteneces a la iglesia de Jesús con seguridad su cruz te seguirá, por el solo hecho de tener hambre y sed del que resucitó de entre los muertos, Cristo, la gente te va a clavar en la cruz del ridículo, a una cruz de indiferencia, muchos se alejarán de ti horrorizados.


La iglesia de Cristo nunca fue aceptada por el mundo; y nunca lo será. Si vives para Jesús, no tendrás que separarte de la compañía de los demás; ellos lo harán por ti. Todo lo que tienes que hacer es vivir para él. De repente te encontraras censurado, rechazado, te llamaran malo:


Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. (Lucas 6:22)


Sin embargo, Jesús declara que es el camino que lleva al verdadero bienestar.


“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25).


Cristo nos llama a rendir nuestras vidas, entonces las necesidades verdaderas serán satisfechas. Las palabras de Jesús son claras: nuestras necesidades son satisfechas al morir al yo y tomar su cruz.


Sencillamente, entramos a la salvación a través de una confesión abierta de arrepiento. Jesús declara:


“porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Mateo 9:13).
Y él dice, a través del arrepentimiento es como somos sanados y restaurados:


“Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:31-32).


Primeramente, “Jesús fue… predicando el evangelio del reino de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!» (Marcos 1:14-15).


¿Cuál fue el primer mensaje de Jesús? Él predicó arrepentimiento.


Para algunos cristianos, esto puede sonar como un lenguaje duro. Ellos pueden responder, “Bueno, ¿pero con que intensidad predicó Jesús el arrepentimiento?” Lucas contesta eso en su evangelio. Jesús les dijo a sus oidores, “… si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:5).


Se me predicó el evangelio de Jesucristo a la edad de veintiún años, llevaba por cierto una vida completamente desordenada, y vivía las consecuencias de ello, necesitaba oír que era un pecador y la necesidad que tenía de arrepentirme de todos mis pecados, Dios produjo en mi un corazón arrepentido para salvación.


Pedro le dijo a la multitud reunida en Pentecostés, “Jesús Nazareno,… prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo.” (Hechos 2:22-23).


Cuando la gente escucho esto, cayeron bajo una gran convicción. La Palabra predicada inquietó sus corazones, porque el Espíritu Santo había llegado en todo su poder. Y según Jesús, esa es precisamente la obra del Espíritu Santo. Él dijo que el Espíritu Santo viene a “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (Juan 16:8).


La multitud estaba tan conmovida que no podía moverse. De repente, ante ellos estaban los asuntos mismos de la vida y la muerte. Así que clamaron a Pedro, preguntándole que debían hacer. Él contestó:


“Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados,… Sed salvos de esta perversa generación. (Hechos 2:38, 40).


El arrepentimiento es el centro del mensaje de Jesús. Si no hay convicción en el mensaje, ninguna verdad acerca del pecado y culpa, ningún remordimiento del corazón, entonces sencillamente el Espíritu Santo no está allí. Sencillamente, el no está presente en el mensaje.
Pedro no estaba interesado en ofender al gentío en Pentecostés. Su único propósito era mostrarles la verdad. Y cuando el Espíritu Santo revela la verdad, convence.


Según Jesús, nadie puede ser libertado del pecado, nadie es confrontado con la verdad, sin la presencia y el poder convencedor del Espíritu Santo.


“Vino a su tierra y les enseñaba en la sinagoga de ellos,… Y se escandalizaban de él.” (Mateo 13:54, 57).

Hasta el circulo mas cercano a Jesús fueron a el diciendo que su mensaje era ofensivo: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?” (Mateo 15:12). En esta escena, no era la gente que estaba ofendida, eran los líderes religiosos. Aparentemente, la multitud recibió lo que Jesús dijo; pero los religiosos estaban airados.


Si nosotros pertenecemos a la iglesia de Cristo, vamos a escuchar mensajes fuertes y convincentes que ofenderán nuestra carne. Si tú estas en la iglesia de Jesús, entonces mensajes duros saldrán del Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque el Espíritu gime dentro de nosotros contra todo lo que pensamos, decimos o hacemos que proviene de la carne. Jesús dice:


“… porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mateo 15:9).


Sin embargo, la señal de cada verdadero seguidor de Jesús es que se rinde a cada palabra de Cristo. A este siervo le gusta ser exhortado por lo que produce en su corazón. Él ve el cambio que trae y él sabe que es vida para él.


En lo más profundo, esa es también la razón por la cual el pecador viene a la casa de Dios. No es tan solo para ser contado como un número mas en una congregación grande; es para ser encontrado por Dios, porque en su corazón él sabe que esta perdido. Su alma no descansa, y él ha pasado largas noches sin dormir. Él quiere respuestas, verdad, verdadero cambio; porque él sospecha que va camino al desastre aquí en la tierra y luego al infierno. Y el no necesita que un creyente o ministro le diga que esta bien.


Por supuesto, si este pecador escucha el evangelio de Cristo, puede que se ofenda. Puede airarse y salir del lugar; pero no olvidara lo que escucho. Y el Espíritu Santo lo usara para revelarle la verdad.


Todos fuimos enseñados que Cristo es el ángulo de su iglesia. Pablo dice que esta piedra es una roca de ofensa.
“Como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será defraudado.” (Romanos 9:33).


Pedro también llama a Jesús una roca de ofensa: “ha venido a ser la cabeza del ángulo y: Piedra de tropiezo y roca que hace caer. Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra.” (1 de Pedro 2:7-8).


Pedro te puede decir por experiencia lo que sucede cuando tratas de deshacerte del mensaje de la cruz. El se ofendió cuando Jesús predijo su muerte contándole a los discípulos. Así que:
“Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirlo, diciendo: Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!” (Mateo 16:22).


Pero Jesús le respondió con estas palabras penetrantes: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: --¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” (Mateo 16:23).


Dios nos ayude a nunca suavizar su evangelio. Si tienes un pastor que predica el verdadero evangelio de Jesucristo, te insto, anímale y ora por él. Da gracias al Señor que tu pastor no depende de personalidades para atraer la gente.
Y agradece que la presencia del Espíritu Santo esta permitida para que haga su obra verdadera en tus medios. Cuando el evangelio de Jesucristo es predicado con convicción, el cielo se abre y el diablo huye.


DIOS TE BENDIGA
SERGIO CALERO
PASTOR