martes, 29 de julio de 2008

VICTIMAS Y VICTIMARIOS UNA SOCIEDAD SIN ESPERANZA


VIOLENCIA POR FALTA DE ESPERANZA

Nuestra realidad social, muestra a las claras la falta de esperanza de la juventud actual.
Esta generación de jóvenes esta más desengañada que cualquier otra generación pasada.
La gran mayoría padece la corrupción del mal de no querer…hacer nada.

Esto no es solo un fenómeno argentino sino universal; pero poniendo un énfasis sobre “nuestro fenómeno juvenil” podríamos afirmar sin duda que la juventud actual está desilusionada; no tiene expectativas ni esperanza.

El profeta Ezequiel vivió en una generación diríamos casi parecida a la nuestra o porque no, igual o peor. Cuando leemos el pasaje bíblico a donde llevo el Espíritu Santo a este profeta nos vamos a dar cuenta de una realidad rotunda “la falta total y absoluta de vida”.

Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.
Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.
Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová. (Ezequiel 37:11-14)

Este si es un escenario devastador, este es un pueblo completamente rendido, entregado a la desesperanza, expuestos a la destrucción total.
Ellos mismos sostienen que no hay esperanza; y sin ella nada puede construirse no puede haber continuidad alguna y todo termina destruyéndose entonces todos lo que tienen este sentir están en el callejón sin salida.

La gravedad de todo esto es que un pueblo sin “esperanza” es fácilmente manipulable.
Me reconforta leer una de las tantas proclamaciones de David en sus muchas angustias.

Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová. (Salmo 27:13,14)

David ponía todas sus esperanzas en Dios.
Claro, cuando al menos hay un atisbo de esperanza, hay posibilidad de lucha; cuando esta falta no existe posibilidad alguna de combatir ni de resistir.

El profeta Ezequiel se encuentra frente a un escenario completamente devastador, la esperanza no existe se extinguió por completo, y este mismo escenario lo vivimos hoy a diario con nuestros jóvenes, una generación sin fuerzas de resistencia ni lucha por falta de esperanza y de visión; llena de intensa crueldad, víctimas y victimarios y viceversa.

Estoy convencido que a pesar de este contexto es el ámbito propicio como lo fue en tiempos del profeta para la acción del Espíritu Santo.
Ezequiel 37:1 La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Ezequiel 37:2 Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.

La realidad rotunda que el profeta advierte por el Espíritu Santo es totalmente desechable o inservible si se quiere; “muchísimos y secos” en gran manera.
Si se quiere escuchar un discurso demagogo oiremos de nuestros políticos que la juventud es el fututo del mañana… ¿Qué futuro? ¿Este presente que vivimos multiplicado por mil o más? El Espíritu Santo no tiene nada de demagogo, es completamente realista y le muestra al profeta la realidad tal cual es y nos muestra a nosotros la misma cuestión: “totalmente inservible y sin posibilidad alguna”.

Nada puede hacerse con esos huesos secos, nada. Esa es la realidad humana.
Ahora, así como el papel del profeta como veremos más adelante resulta decisivo así también lo es, para la iglesia en nuestros días.

Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. (Ezequiel 37: 3-7)

La respuesta del profeta ante la pregunta que Dios le hace es fundamental; la intervención de Dios depende en gran medida de la respuesta de Ezequiel como también depende nuestra respuesta como iglesia frente a tan enorme sequedal de esperanza.

Ante la pregunta de Dios ¿vivirán estos huesos? El profeta responde:
Señor Jehová, tú lo sabes.

¿Qué responderemos nosotros como iglesia?

Que es verdad que la juventud se parece a un valle de huesos secos, pero es por la falta de incentivo, educación, información, diferencia de clase social, postergación en todos los sentidos.

El profeta Ezequiel capta que la vida solo depende de Dios, así que, si de la vida se trata solo Dios tiene la solución en sus manos, y Dios ante esta respuesta parece complacido; indudablemente el profeta no se atribuye ni un mínimo de crédito de la posibilidad de dar vida.

A veces nos equivocamos como iglesia. No solo nos equivocamos en el análisis de la cuestión sino que también erramos en la respuesta por lo tanto no hay accionar de parte del Espíritu Santo.

Pero Dios lleva al profeta más allá de lo imaginable para cualquier humano, le ordena que profetice sobre esos huesos secos y que oigan palabra de Dios.
Esta obediencia al Señor tiene carácter ilusorio.
¿Cómo podrán oír los huesos?
No es la cuestión aquí si quieren o no quieren oír palabra de Dios…sino que la realidad es que no tienen ninguna capacidad para oírla.

OH! Pero el profeta obedece y Dios honró la obediencia.
Hay un gran valle de huesos secos, sin esperanza alguna, sin remedio ni solución humana.

¿Obedeceremos ante semejante sequedal sin posibilidad de crecimiento alguno?

Iglesia amada de Cristo, en circunstancias donde absolutamente nada podría crecer o florecer, Cristo nos invita a dar una respuesta. Y cuando respondemos francamente al Señor y decimos: “Si tu no intervienes, no habrá ni podrá hacerse nada” entonces el Señor dirá: “Profetiza ahora y verás la vida”.

Iglesia es el Espíritu quien nos ayuda en nuestra debilidad y nos ayuda a obedecer a Dios frente a demandas tan incomprensibles e imposibles que parecen a los ojos humanos claro, irracionales.

El profeta frente al imposible obedeció y profetizó como le fue mandado y entonces ocurrió el milagro, la gran transformación.

Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.
Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. (Ezequiel 37:7-19)

Iglesia, jamás ha habido una época tan desintegrada como la nuestra, donde las personas no se encuentran a si mismas, no saben donde poner la cabeza, donde poner el corazón, donde sus pies, donde poner sus manos; son individuos totalmente movidos por las circunstancias. No existe coherencia entre lo que piensan y lo que desean, entre lo que tienen y lo que anhelan.

El profeta obedece y ve el milagro de la integración total de los cuerpos. El Espíritu convierte ese cementerio en un gran ejército con propósito.

¿Qué haremos nosotros?

¿Seguiremos mirando, siendo solo espectadores de la horrenda realidad de violencia y desesperanza que vivimos a diario?

Porque no solo afecta a tu vecino o familiar sino que también esta afectando no solo tu casa sino tu vida misma.

Queridos hermanos de una vez por todas buscaremos al Señor de todo corazón y obedeceremos a su mandato frente a esta realidad desbastadora que vive no solo la argentina sino también el mundo entero.

Y cuando el Espíritu Santo nos muestre la realidad y nos mande a profetizar; entonces lo haremos por más ilusorio que parezca y entonces veremos un temblar como lo vio el profeta y un gran milagro de transformación en nuestra juventud y en la sociedad misma.

Dios te bendiga.

Sergio Calero
Pastor

La fotografía corresponde al periódico Clarín.
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