martes, 14 de octubre de 2008

¿EN QUE PENSAMOS?




Si vamos a la raíz de los factores propios de una mentalidad de fracaso y derrota, poblada de pesimismo e ira reprimida que trae tantos sinsabores a nuestro desenvolvimiento cotidiano, encontraremos que giran alrededor de los pensamientos que se enraízan en la mente.

Emprender una renovación en nuestra forma de pensar y por ende, de actuar, es imperioso como lo escribió el apóstol Pablo:

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (Efesios 4:22,23)

El apóstol Pablo nos indica con esta enseñanza que existe una estrecha relación entre la nueva condición de hijos del Señor por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, y la forma como pensamos, en la cual debemos desechar lo viejo y dar lugar a lo nuevo.

El rey Salomón se anticipó a nuestro tiempo y escribió:
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
(Proverbios 4:23).

Evidentemente es una advertencia clara que los pensamientos ejercen una directa incidencia en nuestro comportamiento y que es necesario ser muy cuidadosos de los pensamientos que anidamos en nuestras mentes.

Nuestra conducta queda expresada con hechos y palabras. Podría decir:
¡Dime como hablas! Y te diré cuales son tus pensamientos, claro, la forma en que hablamos esta ligada a nuestros pensamientos y revelan lo que guardamos en el corazón. El salmista escribió sobre esto:

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío. (Salmo 19:4)

Para un cambio radical en las actitudes diarias debemos comenzar con la renovación de nuestros pensamientos. Es evidente que la forma como pensamos no solo se refleja en nuestras actitudes frente a la vida sino que además, están a la vista de Dios.

Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. (Jeremías 17:10)

Es necesario que permitas que Dios trate tus pensamientos. Un paso fundamental en el proceso de transformación personal y de crecimiento espiritual, radica en permitirle a Dios que transforme tus pensamientos hasta que tengas la mente misma de Cristo.

Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. (1Corintios 2:16)

Definitivamente no se puede seguir pensando y actuando como aquellos que todavía no tienen al Señor Jesús en su corazón.

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, (Efesios 4:17)

Los estándares de pensamiento y de conducta son renovados en la medida que le permitimos un lugar a Dios en nuestro ser. Además, debemos poner un coladero para que la maldad no entre a tomar fuerza en nosotros:

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8)

¿Es posible cambiar? Seguro que sí. ¿Será con nuestras propias fuerzas? La respuesta es “NO”. El cambio no se logra en nuestras fuerzas sino en las de Dios. Y esa modificación positiva en nuestra forma de ser, comienza con dos pautas: la primera, disponernos a ser tratados en nuestra manera de pensar, y la segunda, abrir nuestro corazón para que el Señor haga su obra.

Tus pensamientos pueden ser renovados si volvemos nuestra mirada a Jesucristo y le abrimos las puertas de nuestro corazón. Es simple. Basta con una oración que puedes hacer ahora mismo. Dile: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y que debo cambiar para andar conforme a la voluntad de Dios. Gracias por perdonar mis pecados en la cruz. Te recibo en mi corazón como único y suficiente Salvador. Haz de mí la persona que tú quieres que yo sea. Amen.”

Si tomo esta decisión, ahora permítame compartirle tres sugerencias. La primera que haga de la oración un hábito diario, la segunda que lea la Biblia y aprenda principios dinámicos que le ayudarán en su crecimiento personal, y por ultimo, que comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Su vida será diferente! Gradual y progresivamente todo lo que usted es ahora, cambiara por el poder de Dios.

Adelante.

Sergio Calero
Pastor